miércoles, 26 de julio de 2017

LETANÍAS DE SEGOVIA


Quién sabe si a esta hora estamos 
o no estamos
el silencio nos encontró suspendidos 
en una hoja invernal.
Quién sabe si por esas cosas de la vida
nos volvamos a reunir
cuando las estaciones de trenes
se llenen de bullicio
y otro guardavías indique la partida.
No es factible 
detener el verde paisaje
que me lleva al acueducto de Segovia
mientras las ventanas lloran nostálgicas
otros días,
cuando Quijano enloquecía
ofreciendo ejércitos y molinos 
sin perder el juicio.
No será posible ir al encuentro,
dos almas desoladas
circundan caminos imperfectos
y éste, a pesar de todo contratiempo,
con sus crepúsculos y lloviznas, 
no parece ser el día.
Nos vamos adentrando por los muros
de otros tiempos,
y estás tú, cada vez más lejos del recuerdo.
Será que la neblina
nos convirtió en amantes
de aquellas tardes predilectas
de amor cautivo
de abrazos multiformes
y ósculos desatados, sin excusas,
sin testigos.
Será que a ratos cántaros
desata la lluvia
y mi cuerpo se niega a la salida.
Quién sabe si a este murmullo
le llamamos olvido
que cae lentamente por las pequeñas calles 
que he recorrido.
Quién sabe si a esta hora existes
en las tardes nubladas
o en las noches calladas
por el viento
para llevarte un ramo de flores,
o un beso de bienvenida
y caminar juntos por el Parque del Retiro.
Quién sabe si de amarnos
fueron dos cuerpos
el impuesto que nuestros pecados
tuvieron que pagar,
y los trenes volverán a su lugar de origen
con dos asientos vacíos
ausentes el amor y el bullicio

Marcial Mendieta

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